En Karuizawa, popular lugar de veraneo, Gimpei Momoi se somete a una sesión de masajes. Despedido tras un escándalo de su puesto de profesor de Lengua en un colegio secundario, odia sus pies deformes casi con la misma intensidad con que se siente atraído por las jovencitas.
El lago, con su superficie donde relámpagos y fogatas anuncian lo ominoso, lugar del primer amor, del errante fantasma del padre y también término de comparación de imágenes intensas, es el generador por excelencia de sensaciones.
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