A lo largo de la vida suceden situaciones potencialmente traumáticas. Algunas por ser abruptas y disruptivas; otras por ser sostenidas en el tiempo o por producirse en los primeros años de vida, superan la capacidad del ser humano para lidiar con ellas. Algunas hieren colectivamente; otras, de manera más personal e íntima.
No constituyen una marca indeleble. Si bien no se pueden modificar, sí se pueden reprocesar con ayuda de tratamientos de primera línea, basados en la evidencia y que cuentan con extenso aval científico. Es fundamental que sean llevados a cabo por profesionales de la salud mental formados específicamente para esto, debidamente acreditados y responsables éticamente y —lo que no es menor— con un gran caudal de empatía, respeto, calidad y calidez humana.