Fue una mujer de belleza sublime y enorme talento. Le rindieron tributo los grandes escritores de Hispanoamérica y los uruguayos la convirtieron tempranamente en una leyenda. Era, sin embargo, un ser humano con sus luces y sombras. Al encuentro de las Tres Marías rescata a Juana de Ibarbourou del mármol y el bronce para concederle el derecho de haber sido mujer. Una mujer hasta ahora desconocida, que se atrevió a vivir amores prohibidos, sufrió violencia doméstica y padeció el flagelo de la adicción a las drogas. Pero también una mujer que, tras caer una y cien veces en su larga vida, tuvo el valor de erguirse sobre sus padecimientos y miserias
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