Si evitamos que nuestros hijos se frustren, evitamos que crezcan y que maduren. De nosotros los adultos depende reaccionar sin miedo y sin culpa, con amor, pues frustrar es educar. Así como el dolor, las frustraciones son inevitables si se quiere vivir a plenitud.
Lamentablemente, el cansancio y el estrés nos dejan a los padres desgastados emocionalmente y sin fuerzas para limitar las demandas de nuestros hijos. Es imprescindible, entonces, que padres " y también docentes " identifiquemos las causas de nuestro desgaste para así recuperar el entusiasmo por educar y retomemos nuestro rol.
Tras años de una fructífera experiencia como padre, psicólogo y conferencista, Alejandro De Barbieri ha escrito un manual para ayudar a los padres y educadores a perder el miedo y la culpa que sienten al educar. En este se plantean soluciones prácticas y sencillas, con ejercicios y preguntas que se pueden discutir en familia y en el aula, para cambiar de actitud y dar lugar a la frustración sin miedo ni culpa.
Porque no podemos exonerar a nuestros hijos del esfuerzo que implica ser felices.
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