"Hace días que estoy en el cuartel del Ejército, encapuchado hasta los hombros; el pantalón, la camiseta, el calzoncillo, los zapatos empapados. Tengo 23 años. No sé qué día ni qué hora es. Sé que es de noche, tarde. Acaban de traerme de la sala de tortura, que está en la planta baja, descendiendo la escalera, doblando a la izquierda. Se oyen gritos, un torturado, otro y otro y otro, toda la noche. No pienso en nada. O pienso en mi cuerpo. No lo pienso: siento mi cuerpo. Está sucio, golpeado, cansado, huele mal, tiene sueño, hambre. En este momento el mundo somos mi cuerpo y yo. No me lo digo así, pero lo sé: no hay nadie más que nosotro dos. Pasarán muchos años, casi treinta, antes de que pueda decirme qué es lo que siento. No decime "que se siente" sino qué sentimos él y yo."
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