Uno es liberal, el otro socialista; uno defiende las razones del protocolo, el otro se ha encargado de dinamitar las formalidades de la autoridad; uno es colorado, el otro es de origen blanco; uno es traje y zapatos de suela, el otro, camisa leñadora y botas de trabajo. Los dos pasaron los 80 años de vida.
Los dos fueron presidentes de la República Oriental del Uruguay y, por sus diferencias, son dos caras opuestas. Por sus similitudes, son una misma moneda.
Les propusimos llevar a cabo una serie de reuniones en un ambiente distendido, para que conversaran sin interferencias. La consigna era no sumergirse en el pasado, terreno ya visitado, sino hablar del país, que atraviesa un momento de peligrosa crispación; y hacerlo mirando hacia el futuro. Ambos aceptaron generosamente el reto y el resultado es este libro, que tiene aspiraciones de vencer la efímera urgencia del debate político. Las reflexiones de estos dos hombres, que en la política y en el ejercicio del poder parecen haberlo visto todo, se enfocan en el reconocimiento de que aquellas cosas que dividen a los seres humanos, no obstan para que estos, como le viene ocurriendo a nuestra especie desde sus orígenes, solo puedan avanzar hacia un mismo lugar: el horizonte.
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