El protagonista de esta novela es uno de los personajes más memorables de la literatura norteamericana: Ignatius Reilly –una mezcla de Oliver Hardy delirante, Don Quijote adiposo y Tomás de Aquino perverso, reunidos en una persona–, que a los treinta años aún vive con su estrafalaria madre, ocupado en escribir una extensa y demoledora denuncia contra nuestro siglo, tan carente de «teología y geometría» como de «decencia y buen gusto»; un alegato desquiciado contra una sociedad desquiciada. Por una inesperada necesidad de dinero, se ve «catapultado en la fiebre de la existencia contemporánea», fiebre a la que Ignatius añadirá unos cuantos grados más.
La conjura de los necios se hizo acreedora al Premio Pulitzer, y en Francia fue galardonada el año de su publicación como «la mejor novela en lengua extranjera».
«Una novela disparatada, bufa, rabelesiana y sorprendente, que rompe con los cauces habituales de la narrativa norteamericana actual. Una tragicomedia cósmica, cuya lectura hace alternar la carcajada y la angustia» (El País).