Cuando el Conte Grande llegó a aguas de Montevideo en diciembre de 1950 con una familia de la nobleza europea encabezada por Erik d'Arenberg y Marie-Thérèse de La Poëze d'Harambure, quienes ansiaban un poco de paz tras haber sido desgajados por la Segunda Guerra Mundial, el mundo era otro. Pasaron setenta y cinco años y la niña de 9 años que buscaba monos y cocoteros en el Río de la Plata sigue enamorada de esta tierra que le dio identidad. La memoria de la princesa Laetitia d'Arenberg es la ventana a un mundo al mismo tiempo extravagante y triste, plagado de excesos, salpicado por el amor y el desamor, con tropiezos y lecciones aprendidas. Actriz de su propio per- sonaje, su vida es un viaje por los últimos ochenta años de historia entre Punta del Este y las capitales europeas, entre los privilegios y la necesidad de autoconstrucción.
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