La prosa de Ida Vitale es lúcida, precisa y riquísima en recursos, lo que le permite moverse en todas las esferas, desde lo cósmico hasta lo próximo y cotidiano, manteniendo el difícil equilibrio de una conciencia lírica singular. A modo de cajón de sastre, esta es una obra formada por textos breves, observaciones caprichosas, recuerdos y ensoñaciones, poemas ajenos y antojos formales de todo tipo, solo regidos por las leyes secretas de la poesía.
De la agudeza sabrosa de este Léxico de afinidades siempre me regresan destellos reveladores y nuevos. No es un libro frecuente en las letras castellanas: hay algo en él de vieja y decantada sabiduría, expresada con una búdica sonrisa. Sus páginas están recorridas por añoranzas de la niñez que nos permitirán envejecer con resignada saudade. Cada vez que encuentro un libro como este envidio al lector a quien le espera un placer que no sospecha. Sé que volveré muchas veces a estas páginas densas y ágiles a la vez, y que mi primer asombro se tornará intacto cada vez que lo abra al azar. El lector entenderá muy pronto de lo que estoy hablando.
Álvaro Mutis