Desde 1972, el ser nacional pasó a tener nombre y apellido. Y se presenta a sí mismo: “Pereyra por mi mama, Inodoro por mi tata, que era sanitario”.
Orgullo y rejucilo de la cotidianidad, sus perplejidades y sus certezas son las de cada habitante del país. De la luz mala a los dictados del fondo monetario internacional, su argentinidad desmesurada atravesó todas las circunstancias de un país, haciéndolas propias. Y por allí sigue y seguirá andando, figura señera, corsario sin loro, pero siempre con mendieta como amigo inseparable de aventuras y desventuras. Mojón insoslayable de la patria toda pa’ lo que guste mandar.
“Siempre es un acto de justicia que se vuelva a editar inodoro pereyra”, dice Tute en el prólogo a esta compilación de oro. Y no se puede agregar más a esta afirmación que seguir el tranco cansino de inodoro y adentrarse, mate en mano, en su universo.
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