Sabias las palabras prologales del inodorólogo Juan Sasturain: “Si Inodoro Pereyra tuviera que comenzar a publicarse ahora, tendría dificultades graves para encontrar dónde y cómo. La tontería y la hipocresía son endémicas y no hay vacuna para esas rengueras del espíritu, mucho más graves que el Covid o el dengue”.
Por fortuna, el dónde y el cómo se consumaron aquí para que el hecho ocurra.
Y es por eso que el tero brama su rutina lacerante olvidado de todo, hasta del exacto lugar de su hueverío. Por eso es que los marlos reverberan al ser acariciados por las últimas luces del poniente y el urutaú se abraza aún más a las ramas del yatay para estallar en un lagrimeo coral.
Para decirlo todo, la pampa entera se hace cogollo de tristeza.
Es que con este volumen 2, continuidad y finitud del Inodoro Pereyra de Oro 1 y el Inodoro Pereyra Inéditos, se completan las aventuras y desventuras del Renegau. Y nace la leyenda.
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