Un entrenador que en plena asamblea de la gremial fue hasta su vehículo a buscar una cuchilla choricera para pelear con Juan Ramón Carrasco.
Otro que, para cortar una mala racha, hizo subir al 9 de su equipo a un ómnibus con una planta en la cabeza y tiempo después, mandó pintar las paredes y las bombitas del vestuario visitante de negro para que fuera «un ataúd».
El que todas las mañanas de invierno se lanzaba en la piscina de agua helada de su casa y llegó a encerrar a sus jugadores en un sótano con tarántulas.
La desaparición de Luis Cubilla en pleno partido por temor a una guerra civil, el torneo que se jugó sin entrenadores y las andanzas de Mario Patrón, que se ponía un lápiz detrás de la oreja y diseñaba los partidos con dibujitos en una hoja.
Un libro que habla del loco mundo de los entrenadores. Una obra que reúne a personajes como Gerardo Pelusso, que se disfrazó de rockero para reunirse con los dirigentes de un equipo; Luis Garisto, que en Argentina iba a entrenar en subte y cuando venía a Uruguay le gustaba hacer el recorrido del transporte público porque decía que «el olor del ómnibus de CUTCSA es único». Cabuleros como Hugo Bagnulo, que se ponía piedras en la boca y mandaba a sus dirigidos al baño. Sobrios y sin pelos en la lengua, como Hugo de León, que fue declarado persona no grata en Bolivia y se peleó con el argentino Daniel Passarella. Y luchadoras como Leticia Rodríguez, la mujer pionera en dirigir a un plantel de hombres.
Páginas: 260