Los relatos sobre viajes en el tiempo abundan en paradojas y contradicciones, y arrastran temas relacionados, como los universos paralelos. Carlos Rehermann ha evitado problemas como la repetición o la complejidad excesiva: se ha limitado a aplicarle al viaje en el tiempo un ritmo estricto. Cada nueve años, se cruzan en sentidos opuestos un hombre y una mujer. Pero se las arreglan para ir desplegando en esos saltos una relación humana, sentimental y sexual, un eje resistente. Cuando la renovada unión breve se acerca al final, el hilo no se corta, sino que sigue proyectándose, primero en la sensibilidad, después en la memoria del lector de esta novela breve y a la vez inventiva y contundente.
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