Un día la mujer cuyos hijos cuidaba le contó la verdad: Soy puta. Poco después le preguntó si quería atender a uno de sus clientes. Georgina Orellano calculó: con sus ingresos como niñera jamás podría superar la pobreza. Así que aceptó. En un rato ganó más que el salario mensual de su madre, empleada doméstica.
En Puta feminista describe con brutal honestidad los códigos de la calle, los vínculos con los hombres y la violencia derivada de la clandestinidad. Pero, a la vez, detalla cómo la solidaridad y la ternura ayudan a superarla.
Crónica sentimental, lo es también del despertar de la consciencia política, cuando reclama jubilación y obra social; cuando recupera la historia de la organización de lxs trabajadorxs sexuales que lidera; cuando enfrenta a la policía y discute con el patriarcado y cuando desafía a un sector poderoso del feminismo que propugna la abolición de la prostitución.
La voz de este libro es potente, rebelde, frontal. Es colectiva y singular. Una voz que pide que presten atención a la verdad que trae con ella.
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