Desde la aparición del primer tomo de la saga no han dejado de llegarme mensajes de personas contándome como han bendecido y transformado sus vidas estos libros.
Muchos me decían que tenía que llevar el libro a las escuelas, pero siempre creía que la educación empieza en casa; y si conseguía que los padres cambiaran, esa sería la fuente de la que beberían sus hijos.
“De una misma fuente no pueden brotar dos aguas” y, por tanto, cambiando la fuente original, cambiamos todas las aguas.
Quise adaptar el libro a un lenguaje que los niños pudieran disfrutar. No digo entender porque, probablemente, ellos entiendan mejor las enseñanzas que los propios adultos, solamente porque están más cercanos al lugar de donde estas provienen.