Una población escasa, que ahora cabría en el Estadio Centenario. Por lo general, monopoliza nuestra atención la pequeña elite, más o menos culta, que dirigía el Estado naciente. Junto a ella había una mayoría de gente común, en buena parte analfabeta, con elevado porcentaje de esclavos y libertos. Muchos podían solventar las necesidades básicas y dedicar horas a los libros y al teatro. Muchos otros, en cambio, sufrían carencias, abusos e injusticias. Todos, seguramente, tenían deseos de vivir. Aunque aparezca la elite, este libro trata, sobre todo, de la vida de la gente corriente, vida que la prensa reflejaba cada día.
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