Cuando, en los años ochenta, el economista Ha‐Joon Chang aterrizó por primera vez en Reino Unido desde Corea del Sur, se encontró con un país que comenzaba a salir de la insípida dieta inglesa y a experimentar con los sabores del resto del mundo. Era un trayecto inverso al queestaba recorriendo la economía, cada vez más acomodada en una única escuela. Su nuevo y esperado libro, Economía comestible, demuestra con ejemplos claros y sabrosos que del mismo modo que es esencial abrirse a las diversas tradiciones culinarias también lo es disponer de una amplia variedad de perspectivas económicas.
En este fascinante y delicioso volumen, Chang convierte en apetecibles todo tipo de ideas económicas, explicándolas a través de alguno singredientes y recetas de diferentes lugares del planeta. Así, el chocolate puede ser una dulce adicción, pero aporta emocionantes ideas sobre las economías posindustriales del conocimiento; y mientras que la okra hace que el gumbo del sur de Estados Unidos tenga una suavidad que derrite el corazón, también remite a la enmarañada relación entre el capitalismo y la libertad.