En el imaginario colectivo uruguayo está más que aceptado que Pittamiglio era un eminente alquimista. Pero investigar de forma más o menos seria el supuesto lado esoterista de este personaje tan pintoresco es como nadar en un pantano, ya que, en los hechos, la única evidencia con la que contamos para analizar, pensar o decidir es lo poco que sobrevivió en sus supuestas moradas filosofales.
Luego de decenas de visitas, puedo asegurar que sus construcciones en forma de castillo constituyen un acertijo sorprendente. Se pueden encontrar allí regularidades o guiños de la alquimia filosófica, la masonería, la filosofía rosacruz y templaria, o incluso del punto de vista numérico o numerológico.
También de lo astronómico, ya que ciertas partes del castillo simulan ser un reloj solar o en algún sentido un faro. Espero que este libro sirva además para contagiar tanto a creyentes como a escépticos toda la fascinación que sentí, al punto de que puedo asegurar que realmente existe un «código Pittamiglio». Su castillo de Trouville, lejos de ser un laberinto, es una aventura increíble. Una aventura diseñada por alguien que necesitaba ser un personaje.
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