«La huerta es historia, matemáticas, física, química, nutrición, antropología, geografía… Podría seguir nombrando otras disciplinas, porque la huerta es un cantero inagotable de recursos didácticos que pueden aprovecharse desde las disciplinas educativas clásicas a las más desafiantes e innovadoras.
En la huerta podemos comprender la importancia de la soberanía alimentaria mediante el cuidado de las semillas. Estas pueden seleccionarse para que las especies se adapten a los cambios de clima y luego puedan ser compartidas con la comunidad para que las reproduzcan. [...]
Tener una huerta en casa es un símbolo de resistencia» —dice Carlo Petrini, presidente de Slow Food— y un acto revolucionario, agrego yo. Hagamos revolución, construyamos huertas en los jardines, en los baldíos, en las escuelas. Si así lo hacemos, cosecharemos un mundo mejor.»
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