Cultivar nuestros propios alimentos se ha convertido hoy en día no solo en una actividad habitual sino en una filosofía de vida que, fundamentalmente, nos acerca a una forma de vivir más sana y sostenible. Sin embargo, no es una tarea fácil: exige tiempo, pero sobre todo tener el alma predispuesta para conectar con la intención. Demandan observación y aprendizaje de los errores y, si bien no perdona olvidos, nos recompensa con muchísimo más de lo que podemos imaginar.
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