Una bitácora sobre cómo inventar el rumbo. Un tomar partido a favor del diálogo con la materia que nos circunda y las costuras que nos unen al agua, a lo ido, a la deriva tomada como un vuelo resistente al desuso. Un manifiesto lúcido a favor de la naturaleza como escuela. Un texto enriquecido con ácidos grasos y frutos de la noche que hacen crecer horas nuevas sobre las horas destruidas de la agenda.
Magela Ferrero
La poética de Tatiana Oroño despliega riqueza, complejidad y mantiene un ritmo sólido de silencios precisos y significativos. La voz lírica de Deriva habla desde la desolación de quien tiene la certeza de que la especie se aniquila y apuesta a pesar de ello a recuperación de lo humano. La pintura verbal es la de una humanidad sin fronteras pero dividida entre los poseedores y los pobres del mundo.El lenguaje de la memoria avanza en la lectura hacia suelos y habitantes que ya no están. El ojo de Oroño no puede ni quiere pasar por encima de las cosas. La poesía trabaja con los restos del antiguo esplendor: ve en la ruina aquello que hubo. Y construye.
Gabriela Sosa San Martín
Páginas: 96